Una tarde más en la misma banca frente al kiosco, un café del OXO, cigarros esperando ser fumados y una historia más que contar. En una banca cercana a la mía se encontraban dos amigos (quiero pensar…) uno de ellos llevaba una rosa, supongo que tenía una cita ya que iba vestido de manera formal, la otra persona vestía un pants con una playera de tirantes. No sé de que hablaban, no alcanzaba a escuchar porque traía mis audífonos puestos; podía ver como el chico con pants le hacía repetir al otro cosas de una hoja e imitarlo en ciertas expresiones y ademanes. El chico con la rosa en mano miraba atentamente a su amigo, como si este estuviese diciendo las claves del código para su cita, lo cual me hizo recordar cierta anécdota.
Mi primera novia la tuve en tercero de secundaria, esta chica vivía cerca del monumento a la madre lo cual hacía un poco largo el trayecto a su casa. Lo usual era que saliendo de clases la acompañara a la parada cerca de su casa sobre Insurgentes, estar platicando cerca de una hora e irme.
Cierto día un “amigo” me acompaño paro en vez de quedarme dónde usualmente, decidimos dejarla hasta su casa, ella nos invito a pasar. Nos regalo un vaso con agua y estuvimos platicando. Recuerdo que no había nadie en su casa por lo tanto estuvimos a gusto en la sala si ninguna interrupción hasta las ocho de la noche que su llegó su mamá; le pidió a mi novia que nos acompañara hasta la puerta para despedirnos.
Llego el ritual de la despedida en el noviazgo de “manita sudada” que va de un “Hasta luego” que pudiera llevarse a cabo en menos de cinco minutos hasta una hora, no fue la excepción. Ya en el zaguán que daba a la calle me despedí primero con beso en la mejilla y un abrazo el cual fue el inicio de una serie de caricias, abrazos cargados de sentimientos y besos, ya no de “kikos” (o como se escriba). Por alguna razón, mi novia comenzó a besarme como nunca lo había hecho, sus labios se comportaban en los míos de una manera bastante intensa, el jugueteo de su lengua en contra de la mía encontraba resistencia con mis dientes, digo, a nadie le enseñan a besar de esa manera.
Mientras nos “despedíamos” mi amigo me esperaba sentado junto a la puerta, observaba atentamente y sin moverse, aquel espectáculo ya que ante los besos apasionados que recibía no sabía cómo reaccionar; mis manos se mostraban torpes ante las suyas que recorrían con facilidad y gran habilidad mi cuerpo. E (por omisión del nombre de mi “amigo”) comenzó a reírse por como encontraba mi situación por lo cual decidió ayudarme.
E. se puso de pie y comenzó a simular que él también besaba a una chica, sus movimientos eran bastante explícitos para que yo entendiera y pudiera seguirlo. Suena chistoso pero pareció ser una solución por cómo me encontraba, así que sin otro remedio lo seguí. Las instrucciones eran sencillas: tomar con las manos su cintura y acercarla a mi cuerpo, después subir poco a poco por su espalda y al llegar a su cabello juguetear con él. Sus gesticulaciones tanto de sus labios como de su lengua me confundían debió a su complejidad y rapidez de los movimientos. Mi novia seguía con los ojos cerrados mientras que yo los tenía abiertos para seguir mis instrucciones. Al principio mis movimientos eran controlados y pensados para no “cagarla”; creo que dejé de sentir los besos y abrazos para seguir a mi “amigo”.
No sé si B. (ella) se dio cuenta de ello porque en cuanto eje de ver las instrucciones de mi amigo y comencé a dejarme llevar por mis instintos, se alejó de mí para decirme que tenía que regresar porque ya se había tardado mucho y su madre seguramente iba a bajar. Me dio un beso en la mejilla y se fue. Me quedé paralítico y por inercia dije adiós.
Al salir por la puerta y dirigirnos a la parada, E. me dirigió unas palabras:
“Eres un fiasco”…………..
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