A Ella...




Hoy pensé en ti y no te extrañe. Pero llegaron a mí tantos recuerdos que me hicieron detener mi marcha cuando me dirigía a mi destino y escribirte.

El primero de ellos, lo tengo tan presente como si lo hubiese vivido ayer, eras tú quien me regalaba tazos a la hora del recreo sin saber que detrás de ese pedazo de plástico iba una carga de suspiros que yo nunca pude ver haciendo que te fueras. Nunca supe donde estuviste todo ese tiempo hasta que una noche bajo la luz de la luna, perdido en el laberinto te cantaba y dedicaba versos que nunca escuchaste y que pasaron de lado por tu hermoso cabello negro perdiéndose en la infinidad del universo.

Como no recordar nuestro primer beso. Ahí, ocultos para que nadie se enterará de lo que teníamos; sólo aquel pizarrón verde fue testigo de aquel encuentro que se fue con el viento pero que dejó algo más que mi primer encentro con tus labios. Luego, aquellas largas tardes, donde pasábamos horas sentados en la banqueta frente a la puerta de tu casa que fue testigo del jugueteo de nuestras manos y de la pelea de tu lengua contra mis dientes que se mostraban como difíciles oponentes pero que siempre terminabas por derrotar con una dulce sutileza que poco a poco se fue extinguiendo hasta terminar en cenizas.

Fue en esas mismas cenizas donde surgió el ave fénix más hermoso y poderoso que he visto en mi vida, la más grande y fuerte que luchó contra mil adversidades, derrocando una por una con sus alas de fuego y nosotros sobre ellas. Viajo por todos lados, encontrando siempre a su paso obstáculos. A pesar de haber caído un par de veces siempre se alzaba victoriosa. Pero el tiempo todo lo cambia y las heridas siempre dejan cicatrices que nos enseñan que el pasado fue real.

Al parecer mientras el tiempo avanzaba tomamos diferentes rumbos porque me percaté que hacía tiempo que me encontraba sólo, caminando en un mundo nuevo sin ti. Te encontré diferentes labios sin darme cuenta que eran los mismos, los tuyos. Cada vez que te entregabas a mí y ambos plantábamos en aquel jardín semillas de hermosas flores, unas llegaban a su máximo esplendor mientras otras se marchitaban y morían.

Muchas veces mientras tomados de las manos paseábamos, volteabas a verme y yo de una forma fría te soltaba de la mano y dirigía la mirada hacia otro lado que no fuera tu rostro y cuando en mis sueños buscaba esa mano y esos ojos no estaban y yo me encontraba sólo de nuevo.

Sé que pudiste llegar a ser, pero no te di oportunidad de demostrarlo, no ayer. Y vivo con eso día con día, provocando un impulso de vida que hace seguir pensándote…..Esperando el día que te vuelva a encontrar

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