Arturo tiene 23 años, ama el teatro como ninguna otra cosa en su vida, la cual quiere dedicar a escribir y dirigir puestas en escena. Estudia en la facultad de filosofía y letras la carrera que ha llenado por completo su vida: el teatro.
Por el afán de estar en contacto con el medio desde el principio, busca algún trabajo relacionado con las artes escénicas. Consigue un puesto de ayudante técnico en el centro cultural del bosque, lugar que frecuenta mucho para ver teatro. Debido a su desempeño laboral, le dan la oportunidad de tomar la vacante que había en taquilla y así poder entrar a la nómina. El director del centro cultural ve su pasión por el teatro y que realmente Arturo ama lo que hace, por lo mismo de vez en cuando le presenta actores, directores y productores además de que le regala entradas para obras que se presentan en aquel recinto.
Arturo trabaja de 5:00 pm a 10:00 pm; hay días que le dan permiso de salir antes, ya sea por alguna tarea o para poder entrar alguna obra o ensayo. Casi todas las tardes al iniciar las funciones, un muchacho de aspecto muy similar al de Arturo se sienta frente al teatro, saca un cigarro y se pone a leer hasta ya altas horas, pero nunca después de las 8:00 pm.
Siempre es la misma rutina y ya lleva así varias semanas –le dice Arturo a su jefe. Él cual responde que ya se acostumbraron a él -Aquel muchacho lleva así meses, incluso antes de que tú entraras a trabajar; no habla, no molesta a nadie, sólo se sienta a leer y fumar y luego se va tal y como tú me lo dices. No le des mayor importancia. Por cierto, te dije que el próximo mes llega el estreno mundial a México y es nuestro teatro el elegido para ello? Sólo habrá una presentación y si sigues así como vas quizá tenga una entrada para ti.
Los ojos de Arturo brillaron como nunca. Era una de sus puestas en escena que nunca pensó podría ver, era una de sus favoritas y tendría la oportunidad de verla. -¡Claro que sí!- exclamo Arturo dando un gran salto. Muchas gracias, en serio, muchas gracias. El director sonrió y mando al muchacho abrir la taquilla, peste salió de la oficina del director bailando de la emoción.
Pasaron las semanas, los días y por fin llego el gran día para el estreno de la obra que estuvo esperando Arturo. Al darse cuenta de eso se vistió de la manera más formal que pudo para la gran noche que le esperaba. Por circunstancias ajenas a él ese día salió más tarde de la escuela y viendo la hora le sería imposible llegar a tiempo al trabajo en transporte público. Algo resignado por la situación no hizo otra cosa que esperar. Al cabo de un par de minutos un carro se paró frente a él, volteó a ver de quien se trataba y su sorpresa fue que era ni más ni menos que la esposa del director del centro cultural a la cual ya había visto un par de veces.
-Hola Arturo, ¿Qué haces aquí?
-Acabo de terminar mis clases, salí algo tarde y ahora espero mi camión para irme al trabajo.
La señora al ver la hora que era se dio cuenta que no iba a llegar a tiempo; por lo que se ofreció muy amable en llevar al muchacho para que llegará a una buena hora. Arturo le tomó la palabra.
Ya en la taquilla del teatro mientras limpiaba y acomodaba las cosas el director pasó a saludarlo y darle un sobre blanco el cual contenía su boleto. Arturo le dio las gracias y por el momento tan emotivo que pasaba le dio un fuerte abrazo al director.
Las horas se le hacían eternas para que diera inicio la función, más aún porque vio llegar a los actores, al director y productores de la obra. Como de costumbre llegó aquel joven, sólo que esta ocasión iba vestido de negro, para realizar la rutina de siempre: se sentó, prendió un cigarro y se puso a leer.
Llego la hora de cerrar la taquilla, la función estaba a punto de comenzar. Arturo cerró la taquilla, hizo su corte y salió corriendo para entrar al teatro. Era tanta su emoción que salió a tomar algo de aire porque estaba muy agitado, al hacerlo se dio cuenta que aquel muchacho vestido de negro aun seguía ahí, lo cual se le hizo muy raro ya que nunc ase quedaba hasta esas horas de la noche.
Se acercó al joven, éste se paró al ver que Arturo se acercaba.
-Hola- Saludo Arturo. El joven devolvió el mismo. Te he visto varias veces, más bien diario, venir al teatro pero nunca entras, sólo te sientas aquí, lees tu libro y fumas. Puedo preguntar ¿por qué?
Claro – repuso aquel joven- ¡Amo el teatro! Me fascina. Pero nunca he entrado a ver ninguna obra. Vengo a este lugar, me siento y después de leer alguna obra me pongo a imaginar cómo sería verla dentro de este teatro y el día que por fin pueda entrar a una obra en vivo.
Estas palabras conmovieron a Arturo de una forma increíble. Él tenía la grandiosa oportunidad de estudiar, trabajar y vivir rodeado de teatro. Al escuchar la situación del joven se puso triste.
-Hoy se estrena una obra ¿no es así? Vi gente famosa: políticos, artistas, actores, gente del medio y socialite. Así es –respondió Arturo. Es un estreno mundial y hoy es la única función.
-¡Qué padre! Dijo el muchacho. Supongo que será una magna función. Como me encantaría poder asistir.
Arturo estaba en jaque, sus emociones más profundas lo abordaron. -¡Demonios?, ¿Qué me pasa? ¿Por qué siento esta gran nostalgia dentro de mí? Eran las preguntas que daban vueltas en su cabeza. De un momento a otro recordó a la señora que por la tarde lo trajo para que llegará a tiempo al trabajo y creyó necesario devolver el favor haciendo algo bueno; para bien o para mal le vino la idea de regalar su boleto.
Impulsado por este deseo, sacó de su bolsillo el sobre y se lo entrego al muchacho del cual nunca supo su nombre y que se encontraba anonadado por lo que estaba haciendo Arturo. No dijo nada y simplemente estiró la mano para recibir el boleto, al hacerlo, Arturo se quedo algo intrigado al ver que en la muñeca del muchacho había un Rolex –Alguien que nunca ha entrado al teatro no puede traer un reloj de esa marca- Pensó. En fin, detalles, ya había regalado el boleto y no había marcha atrás.
Antes de entrar al recinto, el joven sacó de su gabardina una cigarrera con las iniciales grabadas: E.T. Convidó un cigarro a Arturo. Mientras ambos fumaban se alcanzó a escuchar: ¡Primera llamada! Terminaron el cigarro y se quedaron mirando fijamente el uno al otro.
-¡Muchas gracias! No sabes que feliz estoy por haberme dado tu boleto, eres una persona muy buena, en serio, gracias – Dijo el joven vestido de negro.
Con un nudo en la garganta Arturo le respondió – No hay de que, disfruta la obra.
De nueva cuenta dio las gracias, tomo un maletín que estaba en el suelo y se dirigió a la entrada. Arturo estaba triste y un poco arrepentido por lo sucedido. Se sentó en la banqueta mientras veía aquel muchacho como se alejaba aquel joven. Cierta paz lo invadió al pensar que había hecho una buena causa y que él era muy afortunado al dedicarse al 100% al teatro. Cerró los ojos, dio un fuerte suspiro y se puso de pie, volteó por última vez al teatro, sacó un cigarro de su bolsa, lo prendió para dar media vuelta e irse.
Después de un par de pasos un sonido ensordecedor producido por una gran explosión lo tiró antes de que diera la primera fumada. Todo se torno una inmensa cortina de humo que no le permitía ver nada y simplemente se quedó ahí tirado.
Al otro día la noticia estaba en boca de todos:
“¡Gran explosión en el centro cultural del bosque!”
En una cafetería veían con asombro y atentos aquel suceso, nadie decía nada al ver las terribles imágenes captadas por la cámara. Una señora casi a punto de las lágrimas le dijo a la persona junto a ella que su hijo trabajaba ahí y que no había llegado a casa. Aterrada tomo su bolso y pidió la cuenta; antes de irse pregunto la hora, un comensal sentado junto a la señora dio un sorbo a su café alzo el brazo y alcanzó a ver en su rolex: 8:15 am. La señora salió corriendo.
Aquel individuo dejó un billete de $20.00 en la barra, se puso de pie, tomo su gabardina negra y salió del lugar con una sonrisa en la boca.
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