Reafirmando
mi teoría de que un porcentaje de mujeres sumamente alto en la Ciudad de México
es impuntual, me encontraba sentado frente a la entrada principal de Bellas
Artes, específicamente del lado izquierdo. Esperaba a una amiga para ir, como
habíamos quedado, por unos curados a La Antigua Roma. Mientras lo hacía,
intenté escribir una pequeña historia que traía en mente desde el otro día,
pero por una mala jugada del destino no lo conseguí, así que opté por
simplemente escuchar música.
“Punch”
fue la carpeta seleccionada por su narrador para amenizar el momento: Deftones,
Slipknot, NIN, etc, me hicieron compañía. Desde antes que me sentara a escuchar
o intentar a escribir, una chica la cual se me hizo algo atractiva merodeaba a
mi alrededor. En primera instancia supuse esperaba a alguien de la misma forma
que yo; cada vez se acercaba más donde yo me encontraba, al grado que llegué a
pensar que: 1.- Era una mujer de la vida galante ofreciendo sus servicios a
algún incauto. O
2.-
Era como aquella chica que conocí fuera del metro Hidalgo, que después de una
ardua caminata nunca se concreto, buscaba un simple acostón.
Se
acercó a no más de un metro de distancia, yo hacía caso omiso a su presencia y
sin darme cuenta se fue alejando unos cuantos metros. Hablaba a través de sus
manos libres, ¿Con quién? No lo sé, quizá una amiga, su novia, novio o tal vez
con quién se había quedado de ver y de igual manera que yo, simplemente
esperaba.
Se
movió hacía el escalón que estaba frente al mío mientras seguía hablando por
teléfono; así estuvo un par de minutos, no más de diez mientras yo seguía
escuchando música. Sin darme cuenta la chica en cuestión se volvió a mover de
lugar, esta ocasión, al mismo escalón en el que me encontraba, sólo que ahora
era yo quien era indiferente, invisible para ella. Me di cuenta que por su
rostro escurrían lágrimas con bastante intensidad; aquella chica, estaba
llorando.
Las
opciones que anteriormente había hecho como hipótesis se desvanecieron,
quedando en blanco mis ideas de por qué carajos estaba ahí y ahora llorando.
Después de secarse las lágrimas más de un par de veces, llegué a una
conclusión; está chica discutía con su pareja. Sinceramente, su estimado
narrador trataba de hacer caso omiso a aquella mujer y sólo se enfocaba en seguir
esperando a mi amiga.
Aunque
en un principio el inconsciente jugaba suciamente conmigo y me hacía voltear
hacía donde ella; en algún punto intermedio de cuando llegué al momento que
servidor les cuenta, paso por mi cabeza, adjudicarme el papel de “macho
mexicano” y ser el protector de aquella víctima indefensa, que con mi género
pegado en la frente junto con tres dedos, llegará con un reconfortante y cálido
abrazo para hacerla sentir mejor. Obviamente, no lo hice ya que la falta de
huevos me impidió atreverme.
Una
canción más melodramática o mas ad hoc al momento hubiera estado de lujo, no sé
una power balad quizá, sin embargo mi iPod no ayudó mucho y la pista
reproducida en ese momento que la veía llorar y todas las pendejas ideas antes
mencionadas, fue Take a look arround de Limp Biskit. ´Caude I´m an idiot, a
looser, a microphone abuser decía Durst.
Justo
antes de finalizar la rola niümetalera estuve apunto de hacerme la chaqueta
mental y agarrarme los huevos y no sé,
comenzarle a hacer la plática para que desahogara conmigo pero en el momento que
volteo a verla, me encuentro ante mi un grupo de Homo Sapiens alrededor suyo, haciendo
lo que yo tenía pensado hacer con anterioridad; dos de pie y uno sentado junto
a otro pseudoabrazándola . Mi objetivo fue cumplido por alguien más.
Vayan
ustedes a saber queridos lectores ¿Qué carajos le dijo el dude ese? (Aunque
cupo en mi la posibilidad de que el que estaba más cerca físicamente de ella
era su “wey”) que después de no más de cinco minutos de charlar con ella se fue
con ellos.
Ya
lo dijo mi compadre Fred: With the
good comes to bad, the bad comes to good…..
No hay comentarios:
Publicar un comentario