Sabes, hijo, ¿Cuánto extraño a mi madre? ¿Cuántas veces quisiera abrazarla, estrecharla en mis brazos? Aunque fue una mujer pueblerina sin cultura ni educación más que la básica, ¡era una gran mujer! Valiente, honesta, muy responsable, muy trabajadora, amorosa, cariñosa, recta, en fin. ¿Qué más puedo compartirte de mi má? Era lo máximo, sí, lo máximo; mi ejemplo a seguir, el ejemplo de una gran mujer. Fue lo que me dio el ideal de luchar, sí, luchar contra la adversidad, buscar el triunfo, buscar mis logros como mujer, esforzarme por mis sueños.
Y ¿Sabes? En los momentos más difíciles, caminando por la calle, sola, hambrienta, con un gran dolor, soledad; sufría, sí, sufría. Pero de repente brillaba la luz interior que llevo conmigo y mi madre ahí estaba dándome fuerza, ánimo en la adversidad, caricias y vuelve a surgir mi fuerza, mi amor por seguir el objetivo, llegar a la meta.
Y te puedo decir hijo, que hasta hoy agradezco a mi gran Dios haberme dado una mamá como ella; que me dio tanto y ahora veo lo que soy: una gran mujer, una gran profesionista, sí, ¡una buena madre! Que me esfuerzo con todo mi amor día a día aun contra la gran adversidad, por estar firme y feliz, feliz, feliz por ti.
Y así, te amo.
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