Sin título.

Dos de la tarde, llego aproximadamente a casa, no hay nadie. Contrasta el frio del interior con el calor de afuera. No tengo hambre, me encuentro un tanto cansado por no haber dormido nada las últimas veinticuatro horas.

Entro a la casa, corroboró que no hay nadie en ninguna habitación, la casa está completamente vacía. El hecho de no tener computadora me da la ventaja de mantener la casa llena de silencio y vacio, no hay música, no hay internet…

Recuerdo que no tengo pendientes del trabajo para mañana, tengo la tarde libre. No tengo cigarros. Voy a la sala, cierro las cortinas y se obscurece la habitación, me gusta. Tomo mi teléfono celular y twitteo : “Hoy es como alguna de esas tardes”  Me siento en el sillón, la atmósfera es triste y melancólica, me gusta. Vacio, soledad, silencio.

Comienzo a pensar en una historia, supongo para proyectar mi sentir, me acuesto en el sillón y comienzo a imaginar… La historia avanza y se torna al principio algo romántica, romanticismo puro, de ese tortuoso e imposible. La emoción aumenta y se convierte en perversión; suena el teléfono, no lo contesto, pero hace que me desconcentre de mi historia, la cual ya no puedo retomar y por lo tanto queda incompleta.

Voy por una cobija, me acuesto y tapo con ella. Después de un par de minutos me quedo dormido.

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