Discurso de una pluma

No soy cualquier pluma fuente, que quede claro. Vengo de un gremio de plumas con una larga historia, bastante trascendental la verdad. A mí no me compraron en una tienda departamental, mucho menos en una papelería como a la mayoría de las “plumas”, sí es que se así se les puede llamas a las que se encuentran en este lugar.
Recuerdo historias de mis antepasados contadas mediante la tradición oral. Mi tatarabuelo firmó la declaración de independencia, tiempo después su hijo estuvo en el bolsillo de Álvaro Obregón el día de su muerte, fue robada pero ni eso impidió que siguiéramos hacía la historia. Mi abuelo fue útil para bocetos de Siqueiros, ¡Oh, sí! Mi abuelo el artista, el pintor. Mi padre heredo ese gusto artístico y fue  amigo íntimo de Xavier Velazco hasta el día de su muerte, gracias a él, mi padre, Diablo Guardián  pudo existir.
El autor, creador, no escoge a la pluma; somos nosotros quien lo hacemos ¿Cómo? No lo sé. Simplemente sabemos que la persona es la indicada para que nos vinculemos. Uno nunca sabe que vivirá y cuál será su objetivo. Soy el punto de apoyo para sublimar las descargas que siente o piensa quien me usa; esta persona visualiza lo que quiere expresar, yo lo siento. Siento descargas de energía que culminan en una explosión de tinta, algo así como un orgasmo, chorreo la hoja en forma de letras y garabatos, es algo sublime y difícil de expresar.
Nuestros descendientes surgen de las grandes ideas creadas por nosotros. Lamentablemente parece ser el fin de nuestro gremio. El pseudo…….no sé qué, que me sostiene no hace nada más que escribir cosas intrascendentes.
¿Cuál será el momento en que logré liberar todo mi potencial? No lo sé, pero espero que sea pronto porque me estoy cansando y he de morir.

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